Palabras pronunciadas en la Sociedad Médica con motivo de la reaparición digitalizada de la Revista Centro Médico en coincidencia con el Día del Médico en Venezuela.
“Todos pensamos en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.”
León Tolstoi
Con motivo de la reaparición digitalizada de la Revista Centro Médico, desearía ante ustedes hacer dos reflexiones: una en relación a la Kabbalah y otra en relación a la visión evolutiva del científico y padre jesuita, Pierre Teilhard de Chardin.
En relación a la primera, resulta familiar decir que las cosas en la tierra, tanto las telúricas como las de nuestro devenir humano, están sometidas a la pleamar y bajamar, a cosas buenas y malas. A nuestra revista le tocó vivir las variaciones obligadas de estos ciclos y hoy, gracias al entusiasmo y disposición de la nueva Junta Directiva de la Sociedad Médica del Centro Médico de Caracas, conmemorando el Día del Médico en Venezuela, acomete un nuevo ciclo de la pervivencia de la revista, como siempre, contando con la totalidad de sus miembros y con los amigos de la institución que siempre, en forma espontánea, realizan sus originales contribuciones para el bien de todos.
Estas variaciones y ciclos, según la Kabbalah, que significa en hebreo “recibir”, están sometidas a estas leyes de la vida, al poder de las palabras, a nuestra actitud y acciones, las cuales son las que llevan el mensaje pedagógico del buen vivir.
La Kabbalah divide nuestra realidad en dos reinos. El del 1%, que comprende nuestro mundo físico, que es una fracción mínima de la creación y es registrado por nuestros cinco sentidos; es decir lo que podemos tocar, ver, oler, oír y gustar. Y el otro reino, el del 99% restante, que abarca la mayor parte de la realidad.
La realidad ampliamente conocida por nosotros pertenece al 1% del mundo sensorial en el que vivimos. Es el reino del caos en el que reaccionamos a sucesos externos. La satisfacción es temporal y la felicidad efímera. Nos preocupamos por los efectos, síntomas y reacciones.Nos parece que somos las víctimas de las acciones de otras personas y de circunstancias externas provocadas por el azar. No parece haber esperanzas de cambios positivos, ya que los cambios sucedidos son temporales y por tanto ilusorios.Nuestros deseos, en su mayoría, permanecen insatisfechos.Aun cuando las cosas salgan bien, sabemos que cambiarán, porque vivimos en un constante ciclo de subidas y bajadas, de suerte e infortunio. Vivir en el mundo del 1% suele ser doloroso y el mundo es oscuro y caótico.
Por otro lado, el reino del 99% es la fuente de toda satisfacción duradera. Todo conocimiento, sabiduría y alegría están en este territorio. Cuando experimentamos placer, hemos entrado en contacto con este gran territorio por la acción del territorio del uno por ciento. Un éxito, un abrazo materno, un reconocimiento, las diferentes fuentes de la felicidad proceden del lado del 99%.
La gravitación universal descrita por Newton (1.643-1.727) estaba allí y a él le tocó identificarla.La famosa observación de la caída de los objetos hacia la tierra, en este caso de la manzana, le permitió completar sus ideas en relación a la mecánica terrestre y celestial en su obra Philosophiae naturalis principia mathematica(1687).Allí se define las tres leyes del movimiento, los fluidos y la explicación de las leyes de Kepler y los movimientos planetarios.
Expresaba Newton:“Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente”
La realidad del 99% está más allá de la percepción humana. Es un mundo de orden absoluto, perfección e infinita luz espiritual. Un reino de acción más que de reacción ante los sucesos externos. La fuente, la semilla y el origen oculto del mundo físico.Un mundo de satisfacción total, conocimiento ilimitado y alegría sin fin.Se pueden producir cambios duraderos, positivos y permanentes que llegan a manifestarse en el 1%. La vida en el 99 es satisfactoria, con una energía dinámicaque fluye y con una presentación brillante y hermosa.
Son ejemplos interesantes los siguientes hallazgos logrados en la síntesis de los procesos oníricos:
Según Platón, los conceptos y las verdades matemáticas habitan en un mundo real propio que es eterno y no tienen una ubicación física.
Esta idea la tomó Platón de la Kabbalah según Roger Penrose en su libro Las sombras de la mente: hacia una comprensión científica de la consciencia (Crítica, 1996).
Pierre Teilhard de Chardin S.J. (1881-1955), quien era un religioso, miembro de la orden jesuita, paleontólogo y filósofo francés. Descendiente de una familia aristocrática, establecida de antiguo en Auvernia, y quien pasó su infancia en el campo, en la propiedad de sus padres y al terminar sus estudios secundarios en el colegio de jesuitas de Mongré, cerca de Lyon, entró en el noviciado de la Compañía en Aix-en-Provence, aportó una muy personal y original visión de la evolución. Su concepción, considerada ortogenista y finalista, equidistante en la pugna entre la ortodoxia religiosa y la científica, propició que fuese atacado por una e ignorado por la otra.
Según Teilhard, no sólo la vida, sino también la materia y el pensamiento, están involucrados en el proceso de la evolución. De ahí que es necesario atribuirle a dicho proceso un sentido.El sentido de la evolución, que involucra tanto la materia como la vida y el pensamiento (o el espíritu), está comprendido en un principio descriptivo de la mayor generalidad: la tendencia hacia el logro de mayores niveles de complejidad y, simultáneamente, al logro de mayores niveles de conciencia.
Así, la vida (biósfera) tiende a la producción del mundo del hombre y del pensamiento (noósfera) como su culminación. Pero el hombre no es el punto final. El universo, el hombre y su historia tienden a un “punto omega”. En medio de las visiones pesimistas que se alzaron a lo largo de su siglo, la obra de Teilhard apuesta por la esperanza y la alegría de sentirse hombre.
Si arrancamos con el comienzo de la cosmogénesis hace 13.500 millones años, de la evolución de la pre-vida (mundo inorgánico ogeósfera ), sin conocer las verdaderas razones de lo que ocurrió hace 13.500 millones de años, se pasa a la biósfera, donde lo vegetal, lo animal y los homínidos hacen su aparición. Decía Pierre Teilhard de Chardin que la materia originaria, según él, contiene ya en sí la conciencia como elemento organizativo, por lo que la evolución se configura como un proceso no puramente mecanicista, sino teológico.
Hace 400.000 años aparece el homo heidelbergensis,donde ya da muestras de inicio el pensamiento abstracto, al honrar a los muertos con el Excalibur, en Atapuerca, España.
El Excalibur, bifaz de cuarcita roja, fue tallado hace 400.000 años por el homo heilderbergensis, quien lo utilizó como hacha de mano, siendo la única pieza de industria lítica encontrada, hasta este momento, en el yacimiento en el que se han exhumado más de 5.000 fósiles humanos. Los paleontólogos la bautizaron inmediatamente con el nombre de la espada mágica Excalibur.
Aparece luego el nacimiento de la noósfera, un lugar donde ocurren todos los fenómenos (patológicos y normales) del pensamiento y la inteligencia.
Para Teilhard la evolución tiene igualmente 3 fases o etapas: la geósfera (o evolución geológica), la biósfera (o evolución biológica) y la noósfera (o evolución de la conciencia universal). Suyos son los conceptos: noósfera (que toma prestado de Vernadsky) y punto omega.
A partir de la tendencia del universo, guiado por la ley de complejidad-conciencia, Teilhard vislumbra el punto omega, al que define como “una colectividad armonizada de conciencias”, lo que equivale a una especie de superconciencia.La evolución entonces se estaría convirtiendo en un proceso cada vez más opcional. Teilhard señala así los problemas sociales del aislamiento y de la marginalización como inhibidores enormes de la evolución, ya que la evolución requiere una unificación del sentido. Ningún futuro evolutivo aguarda a la persona si no es en asociación con los demás.
Omega: la meta de la evolución. La pluralidad de las reflexiones individuales agrupándose y reforzándose en el acto de una sola reflexión unánime.
De modo que estos factores evolutivos nos colocan en una dirección adecuada, y si la revista tuvo que paralizarse por un tiempo, no detuvo el desarrollo de la esencia del pensamiento que bulle en el Centro Medico en sus diferentes integrantes.
Los altibajos obligados del 99% y el 1% de la Kabbalah y el proceso evolutivo de Pierre Teilhard de Chardin, donde geósfera, biósfera y noósfera nos ubicarán hacia su punto omega: la superconciencia, harán que nuestras humildes contribuciones faciliten el camino de la superación.
¡Cuento con todos ustedes!
Dr. Abraham Krivoy