Editorial:

Estoy confuso, me siento mal, que hago?

Cuantas veces oímos estas palabras de seres humanos que buscan ayuda y a pesar del avance de la ciencia, persisten las quejas de esta naturaleza.

Buscar al ser humano a través de su enfermedad es lo más importante porque buscar en el ser la enfermedad solo, resulta que todas las enfermedades en si misma son iguales no importa el ser. Por ello el enfermo es algo totalmente distinto a la enfermedad de allí que se diga que no hay enfermedades sino enfermos.

Es la matización de ser humano en relación a la enfermedad que padece, la que va a imponer el ritmo de la curación y no la pastilla que se fabrica para tal enfermedad.

De allí que los genetistas hablan de la barbarie de aplicación de medicamentos que es una vulgar generalización de su uso, porque nuestra bioquímica es totalmente individual y la pastilla que tendremos que dar en un futuro mediato deberá ser fabricada personalizada según el genoma que poseamos.

No hay duda que la Neurociencia ha venido penetrando en el conocimiento de procesos muy puntuales como memoria, emoción, percepción, pera falta mucho para integrar todas esas contribuciones del funcionamiento como un todo y tratar de explicar como somos y porqué actuamos así.

Entre muchos otros éxitos, uno de los logros del decreto de la “DÉCADA DEL CEREBRO” entre 1900 y 2000 es la NEUROLOGÍA DE LA CONDUCTA que pretende entender cada vez mejor la relación mente –cerebro y tiene como misión:

“Observar sistemáticamente las anomalías del comportamiento propio de la especie y localizar en términos de neuroanatomía macroscópica las lesiones que causan las enfermedades del telencéfalo humano e intentar comprender tanto el funcionamiento y las disfunciones de éste, como el substrato de las diversas aptitudes cognitivas” .

Hasta la edad media la enfermedad era consecuencia del pecado, por lo que involucraba un concepto peyorativo. El sufriente era un poseso del demonio y se requería exorcistas para poder rescatarlos y someterlos a castigos anticipatorios del infierno.

Hasta hoy mucho de lo anterior ha quedado; muchas personas ocultan sus sufrimientos y en caso de consultas médicas, ocultan su verdadera identidad.

Dr. Abraham Krivoy