In memoriam al Dr. Pedro Andrade

Dr. José Rafael Gamboa G.

Todavía no salgo de la sorpresa. Sigo sin entender. Las palabras de Santiago aún me suenan huecas, como un eco en mi cabeza. La terrible noticia. Rafa, me acabo de enterar de que falleció Pedro Andrade. Un i¿Quéeee?! Como única respuesta. Como única esperanza de que lo que te dice el amigo no sea cierto. Espera, escuché mal. Es otro Pedro Andrade que yo no conozco, te dices a ti mismo. Pero no, la noticia es veraz, dolorosa, inesperada, absurda, pero cierta; lamentablemente cierta...

El cómo, el dónde, no te consuelan; ya no puedes hacer nada... un largo silencio. ¿Le avisaste al grupo? No, no lo he hecho. No quiero ser yo el que les de esa mala noticia...

Lo entendí. Repetirla se le hacía más real, más dolorosa.

La reacción de los amigos fue idéntica. El ¡¿Quéee?! el cómo, el dónde. La esperanza de que todo fuera mentira, un mal entendido. Dame detalles (¡convénceme por favor, de que lo que me dices es verdad!).

Buscamos otras fuentes, nos confirmaron que todo era cierto... habíamos perdido a Pedro Andrade.

La partida del amigo, del compañero de trabajo, del colega, no termina de definir lo que realmente representa perder a Pedro; porque él era todo eso junto y mucho más. Pedro era una persona correcta. Pedro era un caballero. Pedro era de los pocos médicos que representaba; de forma cabal, el orgullo que sentimos cuando nos sabemos parte de una institución como la nuestra. Pedro era y seguirá siendo Centro Médico de Caracas.

Lo que más me llamaba la atención, aparte de su talento profesional, reconocido por todos, y de su vasta cultura, era la capacidad conciliatoria que tenía; la serenidad con que se comportaba, aún en los momentos más difíciles y conflictivos.

Cuando Pedro hablaba, tú podías estar de acuerdo o no con lo que decía. Uno podía a veces hasta exasperarse cuando, discutiendo cualquier problema de la institución, él no tomaba una posición radical, como la que, en ciertos casos, lamentablemente tú tenías. Pero, de algo podías estar convencido: Tú sabías que ese hombre jamás atentaría contra el Centro Médico ni contra sus colegas. Sus posiciones, te gustaran o no, para ese momento tan efímero, iban siempre dirigidas al bien de la institución. Y es que Pedro era así, profundamente reflexivo, afable y profundamente humano.

Yo sé que son pocos los que han podido atesorar la inmensa admiración y respeto que todos sentíamos por Pedro Andrade. Yo sé que son pocos los que, de verdad, han podido hacerse acreedores del, cariño sincero que todos sentíamos por Pedro Andrade. Y es por eso que pienso que aún en la hora de su muerte, Pedro nos dejó un legado, un camino por donde transitar; un ejemplo de dignidad a seguir, unas ganas enormes de continuar luchando, de ser mejores... Y también, claro que sí, de ser más tolerantes con los que, teniendo realmente los deseos de hacer lo mejor por nuestra institución, plantean ideas diferentes.

Verdaderamente, Pedro “no se ha ido” seguirá con nosotros, lo veremos en cada pasillo, en cada puesto de enfermera, al lado de la cama de cada enfermo, en cada asamblea, en cada reunión. Seguiremos llorando y, sobre todo, riendo con él. Estoy convencido de que lo que realmente sucede es que los seres como Pedro Andrade nunca nos dejan solos.