In memoriam

ANDRÉS RAFAEL FLEURY HEEMSEN

El Dr. Andrés Fleury, nació en Caracas el 5 de Enero de 1946 y falleció en Clinton, ciudad del estado de Carolina del Norte en los Estados Unidos de Norteamérica, el 24 de Abril de 2019.

Fue el quinto hijo del matrimonio del Dr. Eduardo Fleury Cuello y Olga Heemsen Velasco de Fleury Cuello, graduándose de Bachiller en el Colegio La Salle de Tienda Honda en Caracas y recibiéndose de Médico Cirujano en la Universidad de Oriente.

Contrajo nupcias con la Dra. Mary Guzmán de Fleury y, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos, Andrés Rafael, Luis Eduardo, Gustavo Adolfo e Ingrid Cristina. Ocho hermosos nietos completan el grupo familiar.

Sus primeras experiencias como médico interno las desarrolló en el Centro Médico de Caracas donde ejerció la medicina privada hasta su fallecimiento, en la especialidad de Urología y, adicionalmente ejerciendo en varios hospitales públicos a saber, Hospital Periférico de Coche, Hospital de Niños J.M. de los Ríos y Hospital Carlos J. Bello de la Cruz Roja Venezolana, en donde también integró la Junta Directiva de esa institución.

Ejerció su profesión con dedicación, empeño y entusiasmo, y era particularmente sensible al aspecto social, siempre vinculado al ejercicio de la medicina. Sus acertados diagnósticos y capacidad clínica/quirúrgica en la práctica privada, se tradujo en una clientela muy numerosa que lo apreció tanto en su contexto profesional como personal.

Disfrutaba mucho de las frecuentes reuniones con sus colegas en el cafetín del hospital, de donde regresaba a dedicarse a sus otros quehaceres.

Tenía especial afición por la cacería, la pesca de altura y la carpintería.

Viajó con bastante frecuencia al exterior, a compartir con sus hijos unas buenas jornadas de cacería. Búfalos americanos, jabalíes, alces, fueron piezas de caza que capturaba con arco y flecha. Tenía especial puntería en el uso de las armas de fuego para cazar perdices y faisanes.

El hobbie que atendía con especial dedicación fue la carpintería donde llegó a desempeñarse con extrema habilidad y supo lograr y desarrollar un taller donde contó con las más variadas y especiales herramientas. Se informó e investigó sobre el tema de las maderas venezolanas y extranjeras, convirtiéndose en un verdadero experto en el tema. Los últimos años los dedicó a la fabricación de instrumentos musicales (arpas y cuatros criollos) y en su afán de perfección buscó los consejos de los maestros luthier de más renombre en Venezuela. Así, logró la construcción de instrumentos de excelente calidad acústica y de hermosos acabados.

Sintió especial afecto por los animales. Aun lo sobrevive un mono mariposa, que recuperó muy maltratado con pocos días de nacido, en su época estudiantil. “Otto Francisca” como lo llaman, deambula aún por la residencia de la familia Fleury-Guzmán en Caracas, alternando muy manso y amigablemente con propios y extraños.

Así recordamos a este ciudadano venezolano, médico competente y querido padre de familia cuya presencia aun colma los corazones y mentes de los que lo conocimos.

Descansa en paz, Andrés.

Dr. Román García Machado

Dra. Isabel García Fleury

MAXIME RENÉ ACQUATELLA MONSERRATE (1945-2019)

El 09 de abril del 2019, al llegar al Centro Médico, me informan que Maxime estaba hospitalizado y que lo estaban operando. La causa una obstrucción arterial en miembros inferiores. Cuando subí a quirófano, la intervención ya había terminado y lo iban a pasar a Unidad de Cuidados Intensivos. Me dije: mañana lo saludo. Al llegar el 10 de abril del 2019, me informan de la triste noticia de la muerte de Maxime. Quedé con un vacío tremendo, mi compañero de consultorio había muerto y no pude verlo en sus últimos momentos. Conocí al Dr. Maxime René Acquatella Monserrate a finales del 2007, cuando solicité cambio de consultorio del 79 al 177, y mientras otro miembro del consultorio alegaba objeciones para firmar carta de aceptación, Maxime inmediatamente me firmó el requisito que exigía la Junta Directiva para mi traslado. Durante estos 12 años que compartimos nuestra área de trabajo, no recuerdo ningún impasse, su trato siempre fue cordial y respetuoso. Me conversó sobre su infancia en San Bernardino, su pasantía en el servicio de Cirugía Plástica de la Universidad del Centro Médico de Michigan, de sus viajes a la India que tanto disfrutó y a los que se refería como “otro mundo”, siempre hablaba de sus hijos, sus nietos uno de los cuales residenciado en USA no tuvo la oportunidad de conocer. Era tremendamente espiritual, me contó con mucha emoción de un rosario que había traído de la India. Su trato con su hermano Harry provocaba una sensación agradable, el saludo afectuoso que siempre se profesaban.

Después de la partida de Ramón Zapata al exterior, a veces tuve la oportunidad de servirle como ayudante en intervenciones que otros cirujanos plásticos rehuían, como son por ejemplo “las escaras”, de aquellos infortunados que por lesiones de la médula no podían movilizarse y el tiempo prolongado en una cama les producía tan terribles lesiones. Su trato hacia estos pacientes siempre fue de amabilidad y profundo respeto. Su comportamiento en el postoperatorio siempre fue de dedicación.

La vida de Máxime fue de lucha eterna: huérfano de padre en su infancia, siempre me manifestó su admiración a su hermano Harry quien llenó el vacío de la ausencia de su padre, le sirvió de ejemplo y firmó su Título de Médico-Cirujano. Operado de un seminoma a temprana edad, posteriormente una insuficiencia coronaria a la que luego se agregó una insuficiencia mitral que produjo varios episodios de hospitalización uno de suma gravedad del cual salió gracias a su hermano Harry y posteriormente un accidente cerebrovascular que dejó secuelas en su miembro superior derecho y una afasia de expresión, que pudo superar gracias a su recia voluntad y a la dedicación de su hija y de su cariñosa enfermera que lo acompañaba a todos lados. A pesar de todas estas adversidades nada pudo alterar su espíritu jovial que se manifestó siempre en su trato a todos los que lo conocían. Nada, pudo borrar su sonrisa, rasgo característico de su personalidad. En su sepelio cantaron en su homenaje tres canciones: el Ave María, A mi manera y Venezuela. En ellas, su hija Daniela quien las escogió, resumió la vida de su padre: religiosidad, vida feliz y amor a su país. Maxime te damos las gracias por haber formado parte de la comunidad del Centro Médico y por tu ejemplo como padre, ciudadano, compañero, profesional. Siempre te recordaremos por ser una luz que orientas nuestras vidas.

Trejo-Scorza, Ezequiel